LA CONSTRUCCIÓN INDÍGENA DEL ESPACIO DE LA CONSERVACIÓN

Las ocupaciones indígenas del espacio se efectúan de manera muy distinta respecto de lo que ocurre con las poblaciones de migrantes, en los frentes extractivos y agropecuarios. Especialmente en las zonas donde habitan las poblaciones no contactadas, los asentamientos se dispersan de forma característica a la economía territorial indígena, es decir en torno a diversas ‘familias extendidas’, con las diversas acepciones que ello acarrea en cada caso (por ejemplo, familiares considerados únicamente a partir de la mujer, incluyendo o no los familiares de ésta, con o sin primos paralelos o cruzados, etc.). Tales asentamientos locales se dispersan por múltiples razones, entre ellas, una vez más, para aprovechar las fuentes de agua cristalina, ‘ ‘colpas’, suelos y diversos otros recursos silvestres considerados esenciales por cada pueblo indígena y, especialmente escasos para ellos, por definición, dentro de un patrón general de uso de recursos territorial y extensivo.

Todos los pueblos indígenas de la selva identifican algún espacio territorial como suyo. Este espacio, más que a áreas físicas estables, corresponde al área donde se reconocen relaciones de parentesco e incluye los recursos naturales que son aprovechados por cualquiera que los necesite, en función al parentesco.

En el ‘modelo indígena territorial de desarrollo’ las técnicas de producción se adaptan al medio. Tanto la horticultura, como la caza, pesca y recolección, combinan una gran diversidad de especies y formas de aprovechamiento. Esta variedad no sólo responde a diferencias estacionales y territoriales, sino también a la racionalidad territorial de aprovechamiento de los elementos del ambiente natural en forma dispersa y combinada, en contraste con el monocultivo y aprovechamiento de pocas especies silvestres, características de la economía no indígena (op.cit.).

La relación territorial entre uso y aprovechamiento de recursos naturales que graficamos se presenta en los siguientes lugares: 
  • Todo el borde colinoso de lo que en su momento se llamó la propuesta de Bosque de Protección Pantiacolla, utilizado para caza, pesca y recolección por los Matsiguenka de Huacaria, Palotoa y Abaroa, donde el COHARYIMA propone el establecimiento de una Reserva Comunal, entre el Piñipiñi, Pongo de Cognec y río Palotoa;
  • Los espacios de la Zona Reservada Manu (ZRM), utilizados por la población ‘Mashco-Piro’, actualmente en aislamiento o no contactada. Se extiende hasta la margen izquierda del río Alto Madre de Dios, entre Shipetiari y Boca Manu. Este espacio es usado también por miembros de las comunidades nativas de Diamante e Isla de los Valles, con fines de caza y recolección;
  • Los espacios correspondientes a la Zona Reservada Amarakaeri; por el momento están bajo uso tradicional, aunque podrían cambiar su estatus de desarrollarse actividades de mercado, como el ecoturismo, proyectadas por la propia población Harakmbut;
  • Los espacios del actual Parque Nacional Bahuaja Sonene en los ríos Kuisho-Kuei (La Torre) y Sonene (Heath), utilizados por comuneros de Infierno, Sonene y Palma Real para la recolección de recursos silvestres, caza y pesca.

En el caso de las poblaciones indígenas en aislamiento dentro del Parque Nacional del Manu (PNM) y al norte de éste, en las cabeceras de los ríos Tacuatimanu o Las Piedras, Tahuamanu, Chandless y Yacu, el ‘modelo territorial indígena’ se reproduce con relativa autonomía. En los casos donde predomina la economía territorial característica de pueblos indígenas con escasos vínculos (o vínculos indirectos) a la economía de mercado, no existe aún una subordinación ni dependencia directa de la economía de mercado. 

Llama la atención, no obstante, la situación peculiar de las comunidades nativas de Tayakome y Yomibato, donde antes de la creación del Parque Nacional del Manu tenían una vinculación tangencial a la sociedad nacional y economía mercantil, a través de diversas actividades extractivas. Aquí fue, mas bien, la fundación de una área natural protegida, con toda su normatividad, lo que impidió la posibilidad de seguir generando ingresos monetarios para estas poblaciones, en parte como producto del fomento de nuevas necesidades materiales por parte de religiosos, profesores y comerciantes pero, también, de la propia dinámica extractiva de recursos naturales que actuaba en dicho espacio. El Albergue Matsiguenka en Cocha Salvador es ahora una alternativa económica mercantil para estas dos comunidades nativas que, a través del ecoturismo, logran vincularse a la economía mercantil en forma complementaria a su economía indígena territorial, sin destrucción de los recursos a su alrededor.

Hay casos en que una población indígena puede ver su economía fuertemente articulada y/o subordinada a la economía de mercado, sin embargo, en tanto ésta sea integrante funcional de un pueblo distribuido simultáneamente a lo largo de un territorio tradicional, no se puede separar sociológica-territorial- e históricamente a esta población, dado que su ocupación del espacio está definida por derecho consuetudinario en base a reglas culturales específicas de parentesco.

Desde el punto de vista de la expansión de las ‘fronteras económicas’ en la Amazonía, una tipología de sus poblaciones indígenas amazónicas ha sido examinada en distintos momentos por investigadores sociales (Uriarte 1975; Chirif y Mora 1977; Mora y Zarzar 1997).

A los fines del presente análisis, empleamos una tipología reciente de las poblaciones indígenas amazónicas, a partir de su organización territorial y socio cultural frente a la sociedad nacional, desarrollada por Moore en un informe para la OIT:

Pueblos indígenas aislados.- Debe comprenderse que este aislamiento es completamente voluntario. Todos los pueblos indígenas del Perú tienen referencias de las agresiones sufridas contra sus vidas, su salud y su integridad física y cultural, por lo que algunos optan por mantenerse al margen de la sociedad y economía nacional.

Poblaciones indígenas remotas y dispersas.- Aún no reconocidas como comunidades nativas, debido principalmente a las dificultades logísticas y de presupuesto del Estado para hacerlo. Ellas mantienen en alguna medida contacto sostenido con la sociedad y economía nacional.

Comunidades Nativas.- Reconocidas como tales, con o sin tierras tituladas por el Estado. Este grupo incluye la mayoría de los indígenas reconocidos oficialmente.  Poblaciones indígenas rurales dislocadas y fragmentadas.- Están mezcladas con poblaciones mestizas. Debido a la percepción de la sociedad oficial de que falta una cohesión socio cultural o condición suficientemente exótica en ellas, no son reconocidas como comunidades nativas. Estas poblaciones se ubican en los ríos principales o en las cercanías de los centros urbanos donde, por lo general, se ignora su historia e identidad indígena. Con frecuencia constituyen los rezagos de alguna misión religiosa que unificó a diferentes pueblos indígenas, obligándolos posteriormente a entablar una suerte de mestizaje cultural, cuando no biológico.

Poblaciones ribereñas.- Su identidad indígena tampoco es reconocida por la sociedad externa, aunque internamente la mantengan. Son numerosas en Loreto, Ucayali y San Martín. Adoptan ante no-indígenas, producto del racismo y las demás agresiones que experimentan de la sociedad más amplia, una negación de su propia identidad indígena.

Indígenas urbanos.- Incluye principalmente a jóvenes que se han apartado de sus comunidades de origen por motivos de educación, trabajo o servicio militar. Ellos mantienen vínculos socio-económicos y culturales con sus comunidades de origen y también con las organizaciones indígenas regionales y nacionales (1996: 17-19).

Tanto en el cuadro de Poblaciones Indígenas en la Región de Madre de Dios como en el Mapa de Diversidad Cultural elaborado, se asume esta tipología como indicador de la Situación Socio Cultural (ISS) de las poblaciones indígenas amazónicas.

Para el examen detallado que a continuación se realiza, véase el Mapa de Poblaciones Indígenas de la Región de Madre de Dios mencionado y, complementariamente, el Mapa de Areas Indígenas y de Protección Ambiental al Norte y Oeste de la Región de Madre de Dios.

1.- PUEBLOS INDÍGENAS AISLADOS

Hay indicios de la presencia de pueblos indígenas aislados actualmente en el oeste y norte del departamento de Madre de Dios, en el sur y este del departamento de Ucayali y posiblemente en otras áreas como la Cordillera Azul entre los departamentos de Ucayali y San Martín (Moore 1996: 18). Existen numerosas fuentes de información sobre estas poblaciones. Para fines del presente estudio, citamos tanto las fuentes antropológicas como los reportes más directamente pertinentes que en el contexto de la exploración de hidrocarburos en las cuencas de los ríos Madre de Dios y Urubamba (Camisea), han sido producidas por los sub-contratistas o consultores especializados de las empresas petroleras Mobil y Shell.

Mashco Piro

Son un grupo muy conocido, principalmente al interior de la Zona Reservada Manu (ZRM) y el Parque Nacional del Manu (PNM). Sus parientes lingüísticos más cercanos son los Yiné (Piro), de la familia lingüística Arawak.

El término ‘Mashco-Piro’ corresponde a una denominación vulgar para este grupo. Están localizados al interior del Parque Nacional del Manu, entre el río Manu y los ríos Pinkén y Pinquencillo, pero posiblemente también al este del Parque Nacional del Manu, hacia el río de Los Amigos (Rummenhoeller y otros 1997; Mondina 1994 : XI-4, Shepard 1996a: 5).

Los ‘Mashco-Piro’ no parecen construir casas o aldeas permanentes, ni practicar actualmente la agricultura, aunque se considera que esta situación es una adaptación a una forma de vida migratoria que “no representa una característica ancestral del grupo, sino... resultado de presiones exteriores” (Shepard 1996a: 5). En otras palabras, como estrategia de seguridad se mantienen a la actualidad en movimiento constante, a fin de no ser alcanzados por personas o grupos de fuera. Antes que una estrategia de vida tradicional, este movimiento permanente evidencia su profundo rechazo al contacto directo y marginación, producto de su desplazamiento permanente. Como señala Shepard:

Por causa de su adaptación migratoria, los ‘Mashco-Piro’ tienen un amplio territorio a través del cual migran anualmente para cazar, pescar y recolectar frutos y otros productos silvestres. La estación más importante de las migraciones parece ser en el verano seco, de mayo a setiembre, cuando hay altas concentraciones de pescado y amplias playas para acampar y colectar huevos de tortuga (1996a: 5-6)

El único contacto relativamente permanente que ellos han tenido con la población foránea es a través de tres mujeres que, por muchos años, permanecieron regularmente en el puesto de control de Pakitza, buscando regalos o realizando intercambios (Mondina 1994: XI-4). En una ocasión, en 1989, algunos comuneros Yiné de la comunidad nativa de Diamante, atraparon a las tres ‘Mashco-Piro’ en las inmediaciones de la desembocadura de la quebrada Condeja, en la margen izquierda del río Alto Madre de Dios, frente al poblado de la comunidad nativa de Diamante, reteniéndolas poco tiempo, pues aquellas luego lograron escapar. Esto ocurrió en un contexto de afanes por establecer contacto de parte de un comisionado evangélico vinculado al ILV. Dichos afanes evangelizadores del comisionado dieron lugar a numerosos ingresos a la quebrada Condeja y el río Pinkén, entre 1988 y 1991.

Estas mujeres estuvieron en contacto regular con el resto del grupo que, una vez más, evita decididamente cualquier contacto con población foránea; aun cuando han llegado a tener algunos encuentros espúreos con los Yiné de la Comunidad Nativa Diamante, cerca de la desembocadura del río Manu, así como con algunos aventureros foráneos (Mondina 1994: XI-4). Actualmente, las llamadas ‘tres mujeres de Pakitza’ se han unido a parejas Yiné y Matsiguenka y viven en las comunidades nativas de Diamante y Shipetiari.
Los Matsiguenka de la comunidad nativa de Shipetiari suelen encontrarse con estos ‘Mashco-Piro’ durante sus recorridos de caza y pesca en lugares dentro de su actual área titulada, en las quebradas Condeja y hacia el río Pinkén. Pero se limitan a sostener relaciones distantes y de ‘no agresión’ mutua.

Las localizaciones de ‘Mashco-Piro’ indican la existencia de más de un grupo desplazándose entre los ríos Pinkén, Pinquencillo y Panagua. Según Shepard:

No se conoce su población total, pero los campamentos encontrados en las playas sugieren la existencia de varios grupos con una población mínima de 300 personas. Se conoce que grupos migratorios en diversas partes de la Amazonía dependen de un territorio más grande para su sobrevivencia, debido a la dispersión de los recursos de los bosques tropicales (op cit.: 6). 

La presencia de ‘Mashco-Piro’ en la margen izquierda del río Manu y hacia las cabeceras de los ríos Mashco y Los Amigos, que antes era una posibilidad, está ahora también confirmada. Shepard señala que:

Antes de 1994 no se conocía la presencia de ‘Mashco-Piro’ en la margen izquierda del río Manu... Los ‘Mashco-Piro’ están siendo forzados a buscar nuevos territorios, debido a la incursión de gente foránea... a su zona (op cit.).

Evidencias Recientes

A fines de 1994, un incidente ocurrió entre un morador del lugar, residente en el río Alto Madre de Dios, actual Zona Reservada Manu (ZRM) y, presumiblemente, un ‘Mashco-Piro’ que se desplazaba por el área. El morador estaba cazando y se asustó ante la presencia inesperada de lo que indicó como un “calato”, disparándole su escopeta e hiriéndolo. Posteriormente cuando el cazador retornó al lugar tras buscar ayuda, sólo encontró rastros de sangre del presunto herido.

Al año siguiente, en el verano de 1995, dentro de la ZRM, a la altura de Cocha Juárez, una canoa con turistas ingresó a un afluente izquierdo del río Manu. Cayó un disparo de una flecha cerca del bote, en señal de petición de que se retiraran del lugar (Shepard 1996a: 10). Aunque no se estableció la identidad de los atacantes, el único motivo inmediatamente anterior de una contestación que implica ahuyentar a ‘intrusos’, fue el ocurrido en el año previo, en la otra margen del río Manu, en el área de desplazamiento claramente reconocida de ‘Mashco-Piro’. Es más, la flecha fue recuperada y el examen confirmó su procedencia (Shepard ob. cit.)

Un reporte de la empresa Mobil Exploration and Producing Inc. (MEPPI), sobre prevención social y estimación de riesgos frente a las poblaciones indígenas en aislamiento, indica que en junio de 1996, en un tributario del río Manu, un residente de la actual comunidad nativa Isla de Los Valles, vio, de acuerdo a Dávila y Montoya: «32 personas: 19 hombres, 6 mujeres y 7 niños, todos desnudos, con hojas de bijao amarradas transversalmente a la cintura, a manera de fajas. Todos usaban cabello largo hasta la espalda y no llevaban pintura facial; la mayoría cargaba su equipaje en bolsas de “shicra” (fibra de palmera); algunos portaban arcos y flechas. Se dirigían hacia el río Los Amigos” (1999: 8).

La información es relevante, en tanto indica que el grupo estaba desplazándose dentro del área indicada en el Mapa como 1d. Según estas evidencias, las fuentes consultadas estiman actualmente que en esta área se ubican poblaciones’Mashco-Piro’. (Mondina 1994: XI-4; Shepard 1996a: 5; Rummenhoeller y otros, 1997).

Adicionalmente, dos incidentes con estas poblaciones han ocurrido en la zona reservada Manu entre 1998 y 1999: un guía turístico fue atacado por la margen derecha del río Manu, detrás del Albergue Matsiguenka de Cocha Salvador, a corta distancia del mismo. Los Matsiguenka que trabajan en dicho albergue encontraron rastros de un campamento abandonado recientemente. Se asume que este campamento es de poblaciones ‘Mashco-Piro’ y que una de las rutas de comunicación con otras localizaciones de ‘Mashco-Piro’ en la margen izquierda del río Manu ocurre a la altura del puesto de vigilancia Pakitza del Parque Nacional del Manu (Rummenhoeller, comunicación personal).

Otras poblaciones no identificadas

Hay numerosas referencias sobre la presencia de pueblos indígenas en todo el espacio ubicado al norte del departamento de Madre de Dios, comprendido por los ríos Los Amigos, Tacuatimanu o Las Piedras, Tahuamanu, Acre, Chandless, Yacu y afluentes respectivos.

Toda el área en mención ha sido históricamente ocupada por poblaciones migrantes de habla Arawak, seguidas posteriormente por migraciones de habla Pano. En otros acápites hemos hecho referencia a datos lingüísticos. Sin embargo, cuando se inicia el auge de la economía del caucho, el área ya era ocupada principalmente por poblaciones de habla Arawak. 

Más recientemente, los Estudios de Impacto Ambiental para la Mobil (inicial en 1994 y para el Lote 77 en 1996) y Phillips (Lote 82 en 1998), han señalado la presencia de pueblos indígenas en las áreas materia de evaluaciones sísmicas. Asimismo, varios consultores y misiones científicas, como la dirigida por Groenendijk de la UICN de Holanda, han confirmado dicha presencia (1996).

Las nacientes de los ríos Piedras, Chandless y Yacu, ubicadas en los ríos Urubamba (Cusco y Ucayali), Purús (Ucayali), Chandless, Yacu y Acre (Brasil), reúnen a un número sin igual de pobladores indígenas en situación de refugio, representando una ‘etnomegadiversidad’ singular en la tierra (ver Mapa de Áreas Indígenas y de Protección Ambiental al Norte y Oeste de la Región de Madre de Dios). En la cuenca del río Urubamba, el área con pueblos indígenas aislados se extiende entre las nacientes del río Alto Timpía al sur y hacia el río Mishagua (límite entre Cusco y Ucayali) por el norte, continuando por los afluentes de la margen derecha (río Sepahua) y comprendiendo secciones del propuesto Santuario Machiguenga Megantoni y la Reserva del Estado Nahua-Kugapakori, antes mencionada (Bernales y Zarzar 1988: 1-2).

De otro lado, al norte del departamento de Madre de Dios, en la cuenca del río Purús, se ubican uno o más grupos Amahuaca, en números no mayores cada uno a 35. Viven a lo largo del río Curiuja, pero no están reconocidos como comunidad nativa. Se desplazan entre los ríos Curiuja, Cujar e Inuya. Su movimiento depende, en una medida, del estado de sus conflictos con otros grupos Amahuaca que viven a lo largo del río Inuya y las nacientes del río Embira, así como con los grupos Yaminahua que viven en Sepahua (Mondina 1994: XI-1).

También en las cabeceras del río Yacu por el lado brasileño, hay grupos que colindan con el Area Indígena Mamoadate, en los municipios Assis Brasil y Sena Madureira (CEDI 1990: 22). Asimismo, en las cabeceras del río Acre, por el lado brasileño, colindan con el Area Indígena ‘Cabeceira do Río Acre’. Ambas áreas indígenas han sido establecidas por el gobierno brasileño para indígenas aislados. En otras partes del río Acre, entre la frontera Perú-Brasil, se ubican la Estacao Ecológica do Rio Acre y la Reserva Extractivista Chico Mendes.

La identidad de los indígenas aislados no está clara. Sin embargo, en base a limitados indicadores etnográficos y patrones históricos, se estima que una de estas poblaciones sea Yora, un pueblo de habla Pano. Las repetidas referencias a “hombres desnudos con el pene atado” sugieren que sean de habla Pano, pues los grupos de filiación ligüística Arawak no se han vestido así nunca (Moore, comunicación personal).

Existe un amplio consenso en que los indígenas ubicados en las nacientes del río Las Piedras, podrían ser uno o más grupos Yora o Yaminahua, que se han mantenido aislados de sus paisanos actualmente asentados en el alto río Mishagua, cerca de la desembocadura del río Serjali y otros en la Misión de Sepahua en Ucayali, después de las epidemias que diezmaron a muchos de este grupo, tras su contacto forzoso en 1984. (Helberg y Reynoso, 1986; Wahl 1990; Mondina 1994; Shepard 1996a y b; Mondina 1996; Rummenhoeller et al., 1997).

Otra fuente reconoce que el sector más extremo del río Las Piedras forma parte de un ‘corredor Nahua’, es decir, es un componente medular, precisamente, del área de desplazamiento de las poblaciones Yora (Bernales y Zarzar 1998: Mapa). En el caso del espacio interfluvial ubicado entre las cabeceras de los ríos Tahuamanu, Chandless y Yacu, los indicios indirectos sobre la identidad precisa de los grupos presente no han sido aún confirmados por especialistas.

Así, la margen derecha del río Purús y sus afluentes, cuyas divisorias de aguas con las nacientes de los ríos Tahuamanu, Chandless y Yacu forman límite entre los departamentos de Ucayali y Madre de Dios, comprende una amplia zona de caza de las poblaciones Sharanahua (Mondina 1994: mapa IPM-1), así como de poblaciones Amahuaca en aislamiento, entre las nacientes de los ríos Curiuja y Cujar (Mondina 1994: mapa IPM-1). Más al oeste viene ocurriendo un proceso de establecimiento de familias Sharanahua y Cashinahua en el río Serjali, al norte y oeste del departamento de Madre de Dios (Bernales y Zarzar 1998: 1 y mapa).

En el Alto Yacu, por el lado brasileño, dentro del área indígena Mamoadate, los pobladores son Yaminahua (Pano) y Manchineri (Yiné, Arawak). Delimitada en 1987 en una superficie de 313,647 has., los registros oficiales indican una población de 336 individuos (CEDI 1990: 22).

En el alto Acre, en el lado brasileño, dentro del Area Indígena Cabeceira do Rio Acre, la FUNAI, entidad estatal encargada de asuntos indígenas, identifica originalmente a población Yaminahua. Ahora estos Yaminahua están en Assis Brasil y el AI Cabeceira do Río Acre está poblada de Manchineri (Yiné, Arawak). El área fue establecida en 1988 para brindar seguridad, garantías de vida y bienestar a estas poblaciones indígenas aisladas en las cabeceras del río Acre, en una superficie de 18,870 ha., ubicada dentro del municipio de Assis, Brasil (CEDI 1990: 22). Este lugar, en el lado peruano, corresponde al área donde se han tenido reportes de poblaciones en aislamiento voluntario, que podrían ser igualmente Yaminahua (Mondina 1994: mapa IPM-1). Los brasileños, incluso algunos de FUNAI, llaman ‘Masko’ a diversas poblaciones aisladas o remotas.

Otra localización de poblaciones indígenas está en las cabeceras de los río Coriyaco (o Chiclayo), Chanchamayo, Pingachari (o San Francisco) y Lidia, todos afluentes izquierdos del río Las Piedras (Mondina 1994: mapa IPM-1). Una situación similar a la anteriormente descrita se repite para el caso de las áreas identificadas en el río Las Piedras, entre la desembocadura de los ríos Coriyaco (o Chiclayo) y Chanchamayo (Mondina 1994; Shepard 1996a; Mondina 1996), así como en el área ubicada en el río Tahuamanu, entre el río Canales y las quebradas Shupihui, Huacamayo, Cuatro Amigos, Bogotá y Dos Quebradas – todas éstas de acuerdo a la toponimia de la población de Iberia, pero sin precisar en los mapas (FENAMAD 1999).

La ONG CEDIA (1996), los indígenas Yiné (Piro) de Monte Salvado (río Las Piedras) y los residentes de la comunidad nativa de Miaría, en el Bajo Ucayali (Cusco), sostienen que las poblaciones indígenas en aislamiento en el río Piedras son ‘Mashco-Piro’ No obstante, las referencias más precisas a este grupo son las consignadas para los ríos Pinkén, Pinquencillo y Panahua (áreas 1 a, 1b y 1c, arriba explicadas) y, más recientemente, para la margen derecha del río Manu y cabeceras de los ríos Los Amigos (área 1d).
Es posible que grupos ‘Mashco Piro’ (Arawak hablantes) se hayan desplazado hacia el noreste, ya que sus parientes etnolingüísticos siguen en los ríos Embira y Yurúa en Brasil. Pero también podrían ser Amahuaca, otro grupo Pano hablante, más documentado para las cabeceras del río Purús. Los actuales Amahuaca de la comunidad nativa de Boca Pariamanu proceden del alto río Las Piedras en los años 40. 

En todo caso, son gente que se desplaza sobre un territorio muy extenso, entre el alto río Las Piedras y las cabeceras de los ríos Yacu y Chandless, en la frontera con Brasil. El primer estudio de impacto ambiental (EIA) de la empresa Mobil en el río Las Piedras, indica que “un campamento puede estar compuesto por 8 familias, habiéndose observado de 10 a 12 campamentos alrededor de los lagos existentes cerca al río Las Piedras (Mondina 1994: XI-5). Pero estimar con exactitud la población es prácticamente imposible, mientras se mantenga aislada.

No obstante esta incierta identidad étnica, lingüística y demográfica, las evidencias de la presencia indígena, en toda el área examinada, son contundentes. 

Se dedican a la horticultura tropical, así como también a la caza, pesca y recolección. Durante los meses de julio y agosto, avanzan río abajo para pescar y recoger en las playas huevos de taricaya. Sus movimientos los hacen dentro del territorio que ellos consideran suyo, el mismo que defienden contra la invasión de otras tribus y visitas. Una vez más, estos pueblos indígenas evitan muy conscientemente el contacto con foráneos. Aun así, los madereros y buscadores de oro están constantemente invadiendo ‘su territorio’ (Mondina 1994: XI-5). Al momento, ello es motivo de una campaña de presión internacional y, de ser declarado este espacio como de ‘uso forestal permanente’, es previsible que ocasionaría un rebrote de respuesta internacional, dado el carácter de ‘etnomegadiversidad’ único existente.

Los modos tradicionales de aprovechamiento de los recursos naturales de estas poblaciones indígenas en aislamiento incluyen desplazamientos a través de toda el área, a partir de las divisiones de aguas de las cuencas de los ríos Urubamba (Mishagua, Sepahua, etc.), Piedras y Purús hasta el Brasil, incluyendo las cuencas altas de los ríos Las Piedras, Amigos, Tahuamanu, Acre, Chandless y Yacu.

Otras Evidencias

En el reporte sobre Prevención Social y Estimación de Riesgos de la empresa Mobil, que efectúa un balance sobre el tema de los trabajos realizados durante la fase de exploración sísmica en el lote 77 río Las Piedras, entre mayo de 1996 y enero de 1997 se registraron múltiples evidencias con carácter indisputable de su presencia (Dávila et. al, 1999:7). De las 13 evidencias que dicho reporte presenta, 10 de ellas corresponden al ámbito del Lote 77 en el departamento de Madre de Dios. Una de ellas se examinó más arriba sobre el área 1d, relativa a la presencia de probables indígenas ‘Mashco-Piro’ (evidencia 1). Las demás hacen referencia a: la identificación por una cuadrilla de ‘trocheros’ de un campamento indígena abandonado en un tributario del río San Francisco (evidencia 2); indicios de indígenas reportado por una cuadrilla de ‘trocheros’ en el río Tahuamanu (evidencia 3); una zona de caza indígena, identificada por un monitor ambiental en un tributario del río Tahuamanu (evidencia 4); el reporte de un supervisor de una cuadrilla de ‘perforistas,’ la observación de un indígena en el río Tahuamanu (evidencia 5); el sonido de pisadas dentro de un campamento, de noche, con las siluetas de aproximadamente 15 personas, recogidas por un monitor ambiental en un tributario del río Yacu (evidencia 6); la observación de estructuras de palos en una playa, sobrevolando el río Las Piedras (evidencia 8); otra observación por un obrero de un hombre cerca del campamento sub-base Elenita (evidencia 9); el hallazgo y quiebre accidental por un ‘trochero’ de una olla de cerámica, en las cabeceras del río Las Piedras (evidencia 10) (Dávila et. al, 1999: 8-10).

Las otras evidencias corresponden a la cuenca de los ríos Urubamba y Purús e incluyen: la observación de 7 casitas, sobrevolando un afluente de la quebrada Zúngaro, cabeceras del río Sepahua (evidencia 7); el reportaje de Situación 1 de Plan de Contingencia de una cuadrilla de obreros, ante el hallazgo de 5 chozas indígenas, cerca al río Cujar (evidencia 12); hallazgo por los autores del reporte de un pez raya agonizante, con dos orificios de entrada y salida, en el río Citiyacu (evidencia 13).

La evidencia 11 es relativa, por cuanto una cuadrilla de obreros reporta dos ‘chozas’ tumbadas en las inmediaciones del río Ronsoyacu, pero no explica la ubicación geográfica respecto del Madre de Dios o Purús.

Recientemente, en setiembre de 1999, en su programa radial emitido por Radio Madre de Dios (Puerto Maldonado), el padre Xavier Arbex entrevistó a Gaspar Jiménez de la Cruz, guía turístico de nacionalidad mexicana que, en una visita efectuada al río De las Piedras, en setiembre de 1988, ve 18 hombres y mujeres en este río, a 10 días de surcada en motor de 16 HP. Si tomamos en cuenta que normalmente un ‘peque peque’ puede surcar el río De las Piedras hasta la boca del Pingachari en unos nueve días desde Puerto Maldonado (Mondina 1996), el lugar consignado por Jiménez de la Cruz debe haber sido próximo al lugar mencionado y, sino, posiblemente más cerca de la desembocadura del río Chanchamayo (Arbex, comunicación personal). En su testimonio, Jiménez de la Cruz reporta haber visto 27 campamentos diferentes en las playas, en un sector dentro del área 4c consignado en el primer EIA de la empresa Mobil en el río De las Piedras.

FENAMAD, en una reciente visita de campo entre Iberia e Iñapari, recaba información de 4 personas, en forma separada. Todas coinciden en un punto de encuentro, tanto de indígenas en aislamiento como de huellas, rastros etc., entre un lugar llamado Dos Quebradas, a dos días y medio de Iberia surcando en ‘peque peque’ por el río Tahuamanu y el río Canales, que se encuentra a medio día de viaje más arriba de ‘Dos Quebradas’. Los encuentros de indígenas y otros hallazgos se documentan para los años de 1969, 1975, 1983, 1996 y en setiembre de 1999, corroborándose ampliamente los comentarios locales (FENAMAD 1999).

En rigor, la presencia de indígenas aislados en el río Tahuamanu ha sido registrada por varios investigadores desde 1984, en lugares dos días aguas arriba por el río Tahuamanu, desde Iberia (Rummenhoeller, comunicación personal). Es claro que hay una continuidad de pobladores en la zona. En un análisis sobre la situación de los indígenas Shipibo en Madre de Dios, por ejemplo, se menciona una correría del español y dueño de Iberia, Máximo Rodríguez, precisamente contra los Yaminahua en el alto Tahuamanu (Rummenhoeller 1988: 26-29).

Actualmente, desde el lado brasileño del río Yacu, indígenas Manchineri que han vivido en un poblado indígena llamado “Extrema Engina”, por el límite con Perú, empleados de la FUNAI y el noticiero de internet ‘Ultimas Noticias’, producido por el Instituto Socioambiental en Brasilia, están reportando encuentros con población indígena no identificada en el curso del alto río Yaco, del lado peruano y en la región del Acre .

2 .- POBLACIONES INDÍGENAS REMOTAS Y DISPERSAS

Yora

Conocidos localmente como ‘Nahua’ en las regiones del Sepahua y Manu, corresponden a un grupo Pano de áreas interfluviales, distinto a otros grupos Pano ‘ribereños’ (Helberg et al., 1986: 2). Su autodenominación es Yora y están emparentados lingüísticamente con otros grupos de habla Pano de áreas interfluviales, como los Yaminahua, Sharanahua, Cashinahua, Chandinahua y Mastanahua, que se localizan en la cuenca del río Purús, provincia de Atalaya (Ucayali), al norte del departamento de Madre de Dios.

Los Yora son conocidos por recorrer un territorio amplio, el cual se extiende desde el bajo Urubamba hasta los ríos Yaco y Purús, tanto en territorio peruano como en territorio brasilero. De acuerdo a su historia oral, sus abuelos migraron hacia la zona del Mishagua desde diversos tributarios del río Purús posiblemente (Shepard 1999: 33). 

Los Nahua del río Mishagua (afluente del río Urubamba), fueron contactados de manera finalmente directa y estable en 1984, con resultados bastante ‘trágicos’, en el marco de un complejo juego de intereses por parte de la empresa petrolera Shell, misioneros dominicos y del ILV, madereros e indígenas Piro, Amahuaca y Yaminahua de la comunidad nativa y misión dominica de Sepahua (Urubamba) (Helberg y Reynoso 1986: 1; Wahl 1990: 150-152; Shepard 1996a: 6).

En el alto Mishagua, los Nahua disponían de 5 aldeas con ‘malocas’ y varias casitas ‘satélite’ (Helberg y Reynoso 1986: 3) que reunían a centenares de personas (sin haberse podido establecer de forma precisa cuánta población había antes del contacto). Otra aldea se ubicaba en el río Alto Manu y, probablemente, más de una aldea entre las divisorias de aguas entre este río y el río de Las Piedras (Helberg y Reynoso, 1986: 3), al norte del PNM. El estimado es de que habrían, en total, unos 400 Nahua.

En 1982, en el río Alto Manu, un bote de la Marina de Guerra que se encontraba en una misión de reconocimiento en esta parte del PNM, identificando un canal interfluvial entre el Manu y el Urubamba, fue atacado por un grupo de indígenas aislados, dando como resultado dos heridos, entre los marinos, y un número indeterminado de muertos entre los nativos (Moore 1984, citado por Rummenhoeller y otros 1997: 21). Se estimó entonces que se trataría justamente de gente Yora.

En diciembre de 1982, en la cuenca alta del río Mishahua, una cuadrilla de obreros de la empresa Shell fue atacada y un obrero herido. En enero de 1983 ocurre otro ataque similar, esta vez sin heridos (Dávila y Montoya 1999: 2).

Los Nahua, con anterioridad a esos años, venían rechazando sistemáticamente toda tentativa de penetración foránea en sus territorios, a partir de la quebrada Tigre. Las entradas de madereros del río Mishagua provocaron durante años la reacción defensiva de los Yora que atacaban hasta que los foráneos retrocedieran. A veces sucedía que, como señalan Helberg y Reynoso:

... los madereros regresaban con refuerzos y organizaban batidas y ‘correrías’ donde se cometían toda clase de vejaciones en contra de los nativos que se cruzaban por su camino. Matanzas de mujeres y niños Nahua nos fueron confirmadas, así como nos fueron mostrados algunos trofeos de guerra obtenidos durante estas rápidas incursiones punitivas (1986: 1). 

Pero también en Sepahua todos sabían de algún blanco o mestizo que había sido ‘picado’ o muerto por una flecha Nahua envenenada.

Estos hechos predispusieron un clima a favor de un ‘contacto’ forzado a fin de liberar el espacio de la presencia de dicha población indígena. Entre los pobladores de Sepahua (misioneros, operarios de la Shell y subsidiarias, madereros, la población indígena e indígenas que trabajan específicamente para grandes madereros) surge la idea, por diversos motivos, que un contacto con los Nahua sería beneficioso para ellos ... Un contacto sería claramente de beneficio económico para la población de madereros, ya que en los territorios Nahua abundaban la caoba y el cedro (Wahl 1990: 151). Cuando se produce el contacto, la Shell ya se había retirado de la zona.

Las circunstancias del contacto -con algunas variaciones entre las versiones- indican que en mayo de 1984, un grupo de madereros conformado por mestizos e indígenas Matsiguenka y Amahuaca de Sepahua, luego de ser atacados por 4 Nahua finalmente capturan a éstos. La presencia de un Amahuaca entre los captores, facilitó que los Nahua capturados aceptaran ir hasta la misión Sepahua (Wahl 1990: 151-152). Allí fueron objeto de muchos regalos por parte de los misioneros y antiguos empleados de la empresa Shell y luego liberados para retornar al alto Mishagua. En el viaje se contagiaron de gripe, frente a la cual no tenían resistencia alguna. Otros Nahua, atraídos por los regalos salieron a Sepahua después. El Instituto Lingüístico de Verano, enterado de su presencia, inició inmediatamente el estudio de su lengua (Wahl 1990: 152).

Los Nahua del alto Mishagua volvieron con gripe y tos convulsiva, contagiando a los demás en sus asentamientos. En agosto de 1994 el ILV constató en el alto Mishagua aproximadamente 200 enfermos con neumonía, malaria y tos convulsiva. Tanto el ILV como la misión dominica de Sepahua brindaron atención médica e iniciaron campañas de vacunación que fueron sólo parcialmente efectivas, no se sabe si debido a que “aún enfermos, seguían rechazando el contacto o porque las vacunas pierden su efectividad en las condiciones climáticas de la selva” (Helberg y Reynoso 1986: 5).

Como resultado de esto, se estima que aproximadamente unas 300 personas Nahua murieron entre abril de 1984 y julio de 1985 (Helberg y Reynoso 1986: 3). Los más afectados fueron los ancianos, los niños y las mujeres. La mortalidad alcanzó entre un 50-60% de la población Nahua directamente mencionada, pero se puede determinar con precisión la situación de otras poblaciones Nahua, como las ubicadas en la confluencia del Manu Chico y Alto Manu, donde posteriormente se encontraron sólo chacras abandonadas (Helberg y Reynoso 1986). Si sus ocupantes fueron también alcanzados por las enfermedades o se retiraron del lugar antes de sufrir los efectos de la expansión de la epidemia que atacó a los Nahua del Alto Mishagua, no se sabe (ob cit.: 7).

En julio de 1985, un grupo Nahua, luego de establecer relaciones con el ILV, baja por primera vez el río Manu. En años posteriores, los Nahua que sobreviven, empiezan a realizar viajes anuales en grupos pequeños, entre la misión de Sepahua, en el río Mishagua (quebrada Putaya), el río Serjali y afluentes en la cuenca del Urubamba, y la localidad de Boca Manu y la misión dominica en la comunidad nativa de Shintuya, en la cuenca del Alto Madre de Dios. En sus recorridos entre Cashpajali, Boca Manu y Shintuya cada verano, los Nahua cosechan huevos de taricaya que intercambian luego en Boca Manu por otros víveres o ropa.

La hecatombe demográfica sufrida por los Nahua y la ‘desestructuración’ de su sociedad, es tal que la reproducción social del grupo queda amenazada, debido a la escasez de mujeres. Así, entre 1985 y 1986 no se registran nacimientos ente los Nahua sobrevivientes (Helberg y Reynoso 1986: 8-10). Temidos y a la vez repelidos, los Nahua, convulsionados por los efectos de este contacto ‘deambularon’ varios años más, al interior de Sepahua y entre las cuencas del Urubamba y Madre de Dios (Wahl 1990: 145-170).

Una parte de ellos se ubica temporalmente, por algunos años, en el río Cashpajali, hasta donde el personal del PNM los visita regularmente entre 1987 y 1998, brindándoles soporte médico. Posteriormente, estas visitas se hacen más esporádicas, producto de la desactivación en 1988 de la Intendencia de Pueblos Nativos del PNM (Rummenhoeller y otros 1997: 21). En años posteriores, los Nahua de Cashpajali se establecen en la comunidad nativa de Santa Rosa de Serjali, en la desembocadura del Mishagua en el río Serjali (en el Alto Urubamba) (Dávila y Montoya 1999: 2).

El área que directamente venimos examinando refleja lo diagnosticado más recientemente en el Taller acerca de los grupos indígenas en aislamiento en la región del Bajo Urubamba, realizado por la empresa Shell, donde se hace referencia a un ‘corredor Nahua’ entre el río Cashpajali, el río Alto Manu y las nacientes del río Las Piedras (Bernales y Zarzar 1998: 1 y mapa). Ello se relaciona con la localización de otras poblaciones Yora al interior de la Reserva del Estado ‘Nahua-Kugapakori’, principalmente en las márgenes del río Mishagua y su tributario, el Serjali (Mora y Zarzar 1997: 8).

Matsiguenka / Kugapakori

Distribuidos históricamente entre las cuencas del Urubamba y Manu, se les distingue habitualmente en tanto los Matsiguenka del Urubamba usan cushma roja y los del Manu cushma blanca (Ferstl 1984). Su patrón de asentamiento es característicamente disperso o longitudinal en el río. Una familia puede tener varios núcleos habitacionales dispersos.

Una consecuencia indirecta de las presiones externas sobre la población Nahua del alto Mishagua (descrita anteriormente) es que, buscando salvarse o rehuir a diversas presiones externas, penetran otros espacios culturalmente diferenciados, provocando conflictos. Así, dentro del PNM, ocurren enfrentamientos entre Nahua y Matsiguenka de las comunidades nativas de Yomibato y Tayakome, pero también con otros Matsiguenka aislados. Esto ocurre en el año 1981, en el Alto Cumerjali (Manu) y Alto Camisea (Urubamba) y, en el año 1984, en el Heripango – Yomibato (Rummenhoeller y otros 1997: 65).

Como resultado de ello, grupos de Matsiguenka del Alto Cumerjali, Alto Sotileja y Alto Yomibato buscan refugio en la actual comunidad nativa de Yomibato, ubicada en el río Yomibato (Quebrada Fierro) y formada por familias que habían vivido anteriormente en Tayakome, cuando funcionaba allí el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), previo a la creación del Parque Nacional del Manu (PNM) en 1973 (Rummenhoeller y otros 1997: 65).

De esta forma, familias Matsiguenka de Yomibato forman lazos de parentesco ahora con otras familias Matsiguenka que se ubican en el Alto Cumerjali, Alto Sotileja y Alto Yomibato. Las visitas entre familias procedentes de uno (Yomibato) y otro lugar (Cumerjali, Alto Sotileja y Alto Yomibato), han sido a lo largo de estos años, una vía al establecimiento de relaciones más permanentes con la sociedad occidental por parte de estas poblaciones Matsiguenka en aislamiento, dado el nivel de contacto relativamente mayor de los integrantes de la comunidad nativa de Yomibato.

Sin embargo, pocos agentes externos que no sean los propios Matsiguenka de Yomibato y Tayakome forman parte de este proceso de relaciones indirectas, finalmente, con el resto de la sociedad nacional. Un efecto de este proceso, es el incremento demográfico que viene experimentándose en Yomibato. Según el Plan Antropológico y de Promoción Social del PNM, esto es explicable por la inmigración de algunos Matsiguenka provenientes del Alto Sotileja, con altos niveles de fertilidad, bien sea producto de alguna reducción en el índice de mortandad (por vacunaciones) o del control tradicional de la tasa de natalidad (Rummenhoeller y otros 1997: 65).

El PNM, con el apoyo del Centro de Salud Pilcopata, realiza una visita en 1995 para efectuar vacunaciones a Matsiguenka del Alto Sotileja (Rummenhoeller y otros 1997: 65). En base a esta visita y otros registros previos, en el área de los ríos Alto Sotileja, Alto Santaniato y Alto Yomibato, se contabilizan para los últimos años 164 personas en varios asentamientos dispersos Matsiguenka (Rummenhoeller y otros 1997: 65, 112, cuadro 6). Pero la visita en 1995 del personal del Centro de Salud de Pilcopata comprueba que el surgimiento de epidemias en los últimos años es la causa principal de los desplazamientos hacia Yomibato, en busca de ayuda (Rummenhoeller y otros 1997: 66). Ello no modifica la hipótesis anterior, por cuanto un ‘síntoma’ del contacto suele ser, precisamente, la fácil propagación de enfermedades previamente desconocidas.

Otros procesos similares de acercamiento entre Matsiguenka aislados con Matsiguenka de comunidades nativas reconocidas oficialmente y mayor grado de inserción dentro de la sociedad nacional, viene ocurriendo en la parte sur del Parque Nacional del Manu (PNM).

En las cabeceras del río Shinkibeni, en el sector de Pocharo, vivía un grupo Matsiguenka. La visita de turistas aventureros (en búsqueda de los petroglifos de Pocharo), sin control ni apoyo público, provocó que miembros de dicho grupo enfermaran frecuentemente. Probablemente debido a ello, se mudaron finalmente a otro sector, en el río Palotoa. Este grupo es identificado actualmente con la denominación de Abaroa en el Plan Antropológico del PNM, registrando en 1996 un total de 10 personas (una familia extensa) (Rummenhoeller y otros 1997: 66 y 112, cuadro 6). Sostienen también relaciones regulares, de visita e intercambio, con integrantes de la comunidad nativa Matsiguenka de Palotoa – Teparo.

En el río Piñi Piñi, en la desembocadura del río Nystrom (localmente conocido como Maestrón), se ubican tres familias extensas Matsiguenka, aproximadamente 25 personas, que viven en forma dispersa en la ribera de ese río (Rummenhoeller y otros 1997: 66 y 112, cuadro 6). Mantienen contactos regulares los últimos 10 años con los Matsiguenka de la comunidad nativa de Santa Rosa de Huacaria. En ocasiones, estos Matsiguenka visitan a sus paisanos de Santa Rosa de Huacaria pero, como indica un integrante de una de esas tres familias, conocido como ‘Juaneco’, “la razón por la cual no bajan al río Piñi Piñi, son las enfermedades que les han disminuido” (Rummenhoeller y otros 1997: 66). En total, se estima esta población en unas 37 personas, incluyendo a aquellos ubicados en el río Amalia que no pertenecen, formalmente, a Santa Rosa de Huacaria (Rummenhoeller y otros 1997: 112, cuadro 6).

Finalmente, en el río Mamería, existen otros asentamientos Matsiguenka, según referencias de años pasados, pero acerca de las cuales se carece de informaciones actualizadas (Rummenhoeller y otros 1997: 66 y 112, cuadro 6).

Las áreas desde donde provienen estas poblaciones Matsiguenka han sido reportadas en el Taller Acerca de los Grupos Indígenas en Aislamiento en la Región del Río Urubamba, como parte de una amplia zona de población ‘Kugapakori-Matsiguenka’ (Bernales y Zarzar 1998: 5 y mapa).

De acuerdo a Bernales y Zarzar:

La denominación ‘Kugapakori’ hace alusión, históricamente, a otros Matsiguenka que, en tiempos anteriores, practicaban la guerra con diversos grupos. No obstante, el término Kugapakori ha venido siendo utilizado últimamente para referirse a los Matziguengas (sic) aislados. Se puede comprender, entonces, por que los indígenas en proceso de contacto, como los del Alto Camisea, rechazan este nombre (1998: 7-8).

En el área de la cuenca del río Urubamba, en las localidades Matsiguenka de Marankiato, Montenoni y Alto Timpía, se está registrando igualmente un proceso de migraciones Matsiguenka, desde al menos 1988. Estos Matsiguenka proceden de zonas internas de la Reserva del Estado Nahua-Kugapakori establecida en febrero de 1990 por el Ministerio de Agricultura, como mecanismo para la protección de poblaciones indígenas en situación de contacto inicial o esporádico. Ello es contemplado por la Segunda Disposición Transitoria del D.L. 22175, Ley de Comunidades Nativas y de Desarrollo Agrario de las Regiones de Selva y Ceja de Selva. Esta reserva colinda en toda su frontera este con el PNM. 

3.- COMUNIDADES NATIVAS

Corresponden a agrupaciones de pueblos amazónicos pertenecientes a las familias lingüísticas Arawak, Pano, Takana y Harakmbut, claramente reconocidas a inicios del siglo 20 como originarias a la región. Debe destacarse que el lingüista Noble (1965), en base a proyecciones glotocronológicas, estima que los grupos de habla Harakmbut constituirían la población de mayor antigüedad en la región (Moore 1985). Debido a las correrías y dislocaciones tribales causadas por los caucheros, otras poblaciones indígenas amazónicas tienen presencia en la región, como los Shipibo-Conibo del Ucayali, otros integrantes de la familia lingüística Arawak y Kichwa Runa del Napo, pertenecientes a la familia lingüística Quechua.

El Harakmbut es un solo idioma conformado por un conjunto de dialectos comprensibles entre sí. Internamente, se reconocen las particiones culturales de una misma colectividad con un pasado cultural común: Arakmbut (o Amarakaeri), Wachipaeri, Aiweieri (o Kisambaeri), Sapiteri (o Sireneri), Pukirieri, Arasaeri y Toyoeri (Pacuri y Moore 1993).

Hasta los años 60, los especialistas consideraban al Harakmbut, en sus diversas variantes idiomáticas, como parte de otras familias lingüísticas. Sin embargo, a partir de los estudios de Lyon (1975), quien demuestra la unidad y consistencia existente en los diversos dialectos Harakmbut, se acepta que los hablantes Harakmbut corresponden a un idioma propio que es independiente, sin conexión evidente con otras familias lingüísticas (Moore 1985; Wahl 1985; Gray 1986).

En la provincia de Manu, los Harakmbut se encuentran distribuidos en las actuales comunidades nativas de Shintuya (Arakmbut/Amarakaeri y Wachipaeri); Puerto Luz (Arakmbut/Amarakaeri); San José del Karene (Arakmbut/Amarakaeri); Barranco Chico (Arakmbut/Amarakaeri) y Boca Ishiriwe (Aiweieri y Sapiteri). En la provincia de Tambopata, los Harakmbut se encuentran localizados en los comunidades nativas de Boca Inambari (Arakmbut/Amarakaeri), Shiringayoc (Toyoeri), Kotsimba (Pukirieri) y Villa Santiago (Arasaeri). En la provincia de Tahuamanu no hay asentamientos indígenas con población Harakmbut.

Otras localidades indígenas con población Harakmbut son las comunidades nativas de Santa Rosa de Huacaria y Queros, en el distrito de K’cosñipata, provincia de Paucartambo, departamento de Cusco1.

A la familia lingüística Arawak pertenecen - entre otros - los idiomas Matsiguenka, Yiné (o Piro) e Iñapari, presentes en la región de Madre de Dios.

En la provincia de Manu, los Matsiguenka corresponden a las actuales CCNN de Tayakome y Yomibato (distrito de Fitzcarrald), dentro del Parque Nacional del Manu, así como a las comunidades nativas de Palotao-Teparo y Shipetiari (distrito de Manu). Asimismo, en esta provincia, los hablantes Yiné se localizan en las comunidades nativas de Diamante e Isla de los Valles. En la provincia de Tahuamanu, un asentamiento Yiné reconocido como comunidad nativa es Bélgica.

A la familia lingüística Pano pertenecen – entre otros - los idiomas Yora, Amahuaca y Shipibo, presentes en la región de Madre de Dios. En la provincia de Manu están los Yora, pero sin un asentamiento propio que esté reconocido como comunidad nativa. Los Amahuaca corresponden a una sola localidad, la comunidad nativa de Boca Pariamanu, en la provincia de Tambopata. Las comunidades nativas Shipibo corresponden a Tres Islas (que también incluye familias de Ese’eja) y San Jacinto, localizadas ambas en la provincia de Tambopata.

La familia lingüística Takana está representada actualmente en Madre de Dios únicamente por hablantes del idioma Ese’eja; otros idiomas de esta familia (Araona, Tacana y Cavineña) corresponden a grupos étnicos actualmente ubicados en territorio boliviano (Chavarría y Sánchez 1991: 6). Los asentamientos indígenas Ese’eja corresponden a las actuales CCNN de Sonene, Palma Real e Infierno, localizados en la provincia de Tambopata. Los demás descendientes de Ese’eja se localizan en otras comunidades nativas, previamente mencionadas en vinculación con otros pueblos indígenas.

En el norte del Perú, frontera con Ecuador, los Kichwa-Runa y Canelos son grupos étnicos amazónicos hablantes de un idioma que tiene parentesco lingüístico con los demás idiomas de la familia lingüística Quechua, producto de migraciones prehispánicas. En Madre de Dios, los Kichwa-Runa reconocidos como comunidad nativa, corresponden a la localidad de Puerto Arturo.

En la provincia de Tambopata, la comunidad nativa de Shiringayoc reúne a individuos de tres familias lingüísticas, Harakmbut, Pano (Amahuaca) y Takana (Ese’eja). Una situación similar ocurre en la comunidad nativa (misión dominica) de El Pilar, que reúne a población indígena Takana (Ese’eja), Arawak (Matsiguenka) y Pano (Shipibo).

4.- POBLACIONES INDÍGENAS RURALES DISLOCADAS Y FRAGMENTADAS

En las localidades de Bajo Punkiri y Puerto Carlos viven algunas familias Harakmbut que no forman parte de otras comunidades nativas Harakmbut reconocidas.

En el actual asentamiento Oceanía, distrito de Iñapari, provincia de Tahuamanu, se han reubicado algunas familias Yiné que proceden de un desprendimiento de la comunidad nativa de Bélgica.

En la localidad de Alerta, residen numerosas familias Kichwa Runa, originarias del río Napo, remanentes de los contingentes traídos por caucheros (Rummenhoeller 1988).

En el río Tacuatimanu, en el actual asentamiento Monte Salvado, se ubican algunas familias Yiné procedentes de Miaría, en el Urubamba. Emigraron de dicha comunidad al curso medio del río Las Piedras, por distintos factores (contexto de violencia, afanes evangélicos incentivados por el ILV; acceso a madera, etc.). Corresponde a un grupo de población indígena con una fuerte articulación a la economía de mercado.

Existen aún pocas familias Iñapari. Sobre los Iñapari se puede referir lo siguiente, de acuerdo a CORDEMAD:

Han ocupado desde el siglo pasado, por lo menos, el río Las Piedras y el de Los Amigos. Provendrían del territorio del Acre (actualmente Brasil) y desde Bolivia. En la localidad de Iberia y hasta en Puerto Maldonado hay familias de origen Iñapari ya asimiladas o amestizadas (1986: 115). 

Los Iñapari fueron de los pueblos que sufrieron fuertemente los efectos de masacres y enfermedades durante la época del caucho, siendo casi totalmente exterminados. Actualmente, sólo hay un remanente Iñapari formado por un pequeño grupo de mujeres, casadas con mestizos en Sabaluyoc, río Las Piedras.

5.- POBLACIONES RIBEREÑAS

En el caso de los indígenas ribereños, segmento de población que en otras regiones amazónicas tiene gravitación socio-económica, política y cultural, en la región de Madre de Dios no ocurre ello. Residiendo en localidades conformadas mayormente por poblaciones mestizas, existen familias mezcladas con origen Conibo, Witoto, Cocama, Lamista y Asháninka, entre algunos de los otros grupos etnolingüísticos anteriormente mencionados. “Se pueden distinguir por apellidos que les han dado en misiones religiosas y por su estilo de trabajo de subsistencia, que reproduce mucho de los patrones económicos indígenas, aún cuando producen sistemáticamente para el mercado” (Moore 1996: 19).

En la región de Madre de Dios el proceso de dislocaciones tribales y la ocupación de la misma región, principalmente por poblaciones migrantes mestizas, el impacto de las poblaciones ribereñas en la identidad cultural regional en Madre de Dios no ha adquirido la misma influencia que dichas poblaciones tienen en Loreto, Ucayali y San Martín. 

6.- INDÍGENAS URBANOS

Incluye a jóvenes y algunas familias de origen Shipibo (Arawak), Toyoeri (Harakmbut), Ese’eja y Takana (Takana). Residen principalmente en Puerto Maldonado, por razones de estudio, servicio militar o trabajo, pero con vínculos a sus familias en diversos territorios indígenas de Madre de Dios. Incluye, además, a dirigentes de la Federación Nativa del río Madre de Dios y afluentes (FENAMAD).